“El desarrollo y aprendizaje del pensamiento crítico
es posible en las aulas, en cualquiera de las
materias. Con él, el alumnado será capaz de una
mayor creatividad en la búsqueda de soluciones a
problemas o en la detección de información falsa”.
La preocupación por las “fake news”, las noticias falsas ha
aumentado considerablemente. Ante este auge, algunos periódicos
digitales han incluido en sus páginas una sección dedicada a
desmontar bulos y otras noticias falsas.
¡Cuántas noticias falsas, rumores y acusaciones se propagan de
esta manera! Son muy pocas las personas que se preguntan por su
veracidad, por su origen, por la validez de sus fuentes. Rumores
infundados, acusaciones falsas, atribuciones de hechos que no son
ciertos, como el uso indiscriminado y abusivo de determinados
servicios o la mayor facilidad para el acceso a las ayudas sociales.
Se aceptan tal y como se escuchan, reforzando prejuicios hacia
personas y colectivos que en nada contribuyen a una buena
convivencia.
La falta de sentido crítico subyace a estas actitudes. No se analizan
las fuentes de las que proceden, no se miden sus consecuencias,
no se busca contrastar los datos que se manejan. Solo se
recuerdan los datos que favorecen esa idea concreta, dejando de
lado aquellos que la contradicen. Un único caso, que al parecer han
conocido, se convierte en categoría y se generaliza a todos los
miembros de ese colectivo. Y así podrían ir describiéndose el
desarrollo de muchas situaciones, prejuicios o estereotipos, o la
narración de un conflicto en concreto. Por eso es imprescindible
trabajar el pensamiento crítico, el pensamiento que se pregunta por
el origen y evidencia de estas noticias, por la base en la que
sustentan, por su fiabilidad y credibilidad.
Desarrollar el pensamiento crítico es fundamental para la
consolidación de la convivencia positiva. Hemos insistido en
numerosas ocasiones que, para el crecimiento de ésta, era
importante trabajar las capacidades que la hacen posible,
señalando en primer lugar el desarrollo de los diversos tipos de
pensamiento y del pensamiento crítico. Como se suele decir, si una
persona tiene hambre y le proporcionas un pez, calmará su hambre
ese día. Pero si le enseñas a pescar, habrá solucionado el
problema para toda su vida. En la convivencia sucede lo mismo:
enséñale a pensar junto con otras capacidades, no te limites a
acciones puntuales, y le habrás facilitado el desarrollo de la
convivencia positiva en cualquier escenario y para toda la vida.
El pensamiento crítico parte de no dar nada por cierto, por
preguntarse cuáles son las bases en las que se apoyan
determinadas afirmaciones, cuáles son las evidencias, el origen de
las noticias, cuáles son los argumentos que dan consistencia y
sirven de base a las opiniones o proposiciones que se escuchan en
la calle y en los medios de comunicación.
El pensamiento crítico no trata de establecer cuál es la verdad e
imponerla a todas las personas. Por el contrario, busca “enseñar a
pensar”, a cuestionarse las afirmaciones que nos llegan, a indagar
en las razones en las que se apoyan. Implica una forma de trabajo,
una manera de abordar los temas, una actitud ante los hechos y
sucesos. Supone un planteamiento contrario al dogmatismo, a la
verdad absoluta que no se discute, que se impone de forma acrítica
y, en muchas ocasiones, a través de la fuerza. Es el polo opuesto al
adoctrinamiento, que busca introducir en la otra persona una
determinada visión de las cosas, sin dejar hueco para su
cuestionamiento y análisis.
En nuestros tiempos, el trabajo y desarrollo del pensamiento crítico
se ha convertido en una necesidad de primer orden, teniendo en
cuenta la globalización y difusión que tienen las ideas y noticias en
nuestra sociedad. Enseñar a pensar es una de las tareas
fundamentales de la educación de nuestros días, si verdaderamente
buscamos hacer personas autónomas e independientes.
Necesitamos superar el viejo planteamiento de nuestro Antonio
Machado (Proverbios y Cantares, 85) de que “en España, de diez
cabezas nueve embisten y una piensa”.
¿Cómo se puede trabajar el pensamiento crítico? ¿Cómo se puede
capacitar de esta forma a los alumnos y alumnas para una buena
convivencia? Trabajando y desarrollando los diversos tipos de
pensamiento, aprendiendo su uso y práctica en todos los niveles,
tanto escolares como de la vida fuera del centro. Siguiendo a
Spivack y Shure, son cinco los tipos de pensamiento que hay que
trabajar.
EN PRIMER LUGAR, EL PENSAMIENTO CAUSAL, el pensamiento
que describe los hechos sin mezclarlos con valoraciones ni
evaluaciones, que se pregunta por las causas que los han
provocado, que busca y sabe encontrar la información y sabe
interpretarla. Se trata de un pensamiento diagnóstico que sabe
definir bien el problema y atribuirlo a sus causas verdaderas.
Muchas de las falsas noticias, de los bulos y prejuicios que recorren
las redes, no resistirían un análisis desde este tipo de pensamiento
causal: se mostraría su base emocional y no racional, la falta de
bases fiables, la debilidad de sus apoyos, etc.
EN SEGUNDO LUGAR: EL PENSAMIENTO ALTERNATIVO, la
capacidad de imaginar el mayor número de soluciones posibles
ante un problema o conflicto, superando el pesimismo de que no se
puede hacer nada y la actitud de querer solucionarlo todo por las
malas. Se trata de buscar el mayor número posible de salidas, algo
que nos suele costar mucho a las personas y, en especial, a los
docentes. Es el pensamiento de la creatividad, imprescindible para
una relación humana justa, eficaz y asertiva. Se trata de un tipo de
pensamiento imprescindible a la hora de abordar los conflictos
buscando salidas pacíficas y positivas.
EL PENSAMIENTO CONSECUENCIAL ES EL TERCER TIPO de
pensamiento. Frente a la impulsividad o improvisación, plantea
analizar las consecuencias de nuestros actos, ya que estas van a
determinar cuál de las propuestas es la mejor. En cuarto lugar, el
pensamiento de perspectiva nos lleva a ver las cosas desde el
punto de vista del otro, sintonizando afectivamente con él, algo
fundamental para una buena convivencia. Es un pensamiento clave
para la no violencia y no agresividad, el pensamiento de la sintonía
y la comprensión.
Por último, EN QUINTO LUGAR, EL PENSAMIENTO MEDIOS-FIN,
que concreta y precisa los objetivos propios, los ordena según la
prioridad y sabe planificar los medios necesarios para alcanzarlos
en el tiempo propuesto.
El desarrollo de estos tipos de pensamiento es posible a lo largo de
la acción docente habitual del profesorado, buscando la aplicación
en el aula de cada uno de ellos, planteando a los alumnos y
alumnas preguntas adecuadas acerca de qué es lo que hay que
hacer, cuáles son las formas posibles de hacerlo, cuál es la mejor y
qué necesitamos para conseguirlo, algo que se puede hacer desde
todas las áreas del currículo. También pueden trabajarse de manera
específica para el análisis de conflictos o situaciones de mejora de
la convivencia. El dominio de los cinco tipos de pensamiento es
fundamental para el trabajo del alumnado mediador o ayudante, y
así se trabaja en su formación.
Sobre la base de los cinco tipos de pensamiento se hace posible el
pensamiento crítico. Se aprende a distinguir la base de las
afirmaciones falsas acerca de determinados colectivos, o de la
propaganda que nos quiere hacer ver lo que a determinados
negocios les interesa.
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